La
teoría de William. Fortich sobre el origen del porro sostiene que nació en la
época precolombina, a partir de los grupos gaiteros de origen indígena, luego
enriquecido por la rítmica africana. Más tarde evolucionó al ser asimilado por
las bandas de viento de carácter militar, que introdujeron los instrumentos de
viento europeos (trompeta, clarinete, trombón, bombardino, tuba) que se
utilizan en el siglo XXI.
Según
Guillermo Valencia Salgado, su principal fuente creativa se encuentra en
elementos rítmicos de origen africano, principalmente de antiguas tonadas del
pueblo yoruba, que en el Sinú y el San Jorge dieron lugar al surgimiento del
“baile cantado”. El porro también se tocó solo con tambores, acompañamiento de
palmas y cantado, lo mismo que con gaitas y pito atravesado.
Tratar
de asignarle un lugar único de nacimiento en la Costa Caribe colombiana no ha
logrado consenso. Enrique Pérez Arbeláez sostiene que es oriundo del Magdalena;
también se dice que nació en el Carmen de Bolívar y de allí migró hacia otras
poblaciones de la sabana, hasta llegar al Sinú. También reclaman derechos de
paternidad sobre el porro Corozal en Sucre, Momil, San Pelayo y Ciénaga de Oro
en Córdoba.
En
cuanto al origen de la voz porro se conocen dos hipótesis principales: la de
que proviene del porro, manduco o percutor con que se golpea al tambor o bombo
y su acción o porrazo (Valencia Salgado) y la que sostiene que es derivada de
un tamborcito llamado porro o porrito con que este se ejecutaba (Aquiles
Escalante) El porro, en su variante orquestada, alcanzó una amplia difusión
nacional e internacional en las décadas de 1940 a 1970 gracias a agrupaciones
como Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Juan Piña, La Sonora Matancera, Billo's
Caracas Boys, Los Melódicos, La Sonora Cordobesa, Pedro Laza y sus Pelayeros
(que no eran de San Pelayo) entre otras. En esa época el porro entró a las
salas de baile de los clubes de Colombia y de varios países latinoamericanos.
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